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Publicar un libro: hoja de ruta para el autor-editor

  • Pamela Natan
  • 21 oct 2019
  • 9 Min. de lectura


Recientemente publiqué mi segundo libro como co-autora. El primero, “Sapos y ranas de la ciudad de Salta” (2016) fue una guía de divulgación que desarrollamos con la docente universitaria y doctora en biología Rebeca Acosta, quien fue mi directora de tesis de grado y mentora durante mis años de estudio. Pretende ser una herramienta para descubrir la biodiversidad de anfibios que forma parte del patrimonio natural de la ciudad de Salta, y de presentar estos seres cuyos cantos musicalizan el Valle de Lerma durante los meses de primavera/verano.


El segundo, “La Casa de Barro. Técnica: quincha en bastidores ensamblados” (2019) desarrollado conjuntamente con el albañil y bioconstructor Jorge Belanko, surge también como una obra de difusión de un saber, materializó el deseo común de ambos de poner a disposición de la comunidad una herramienta de autonomía. Partió de documentar una técnica de construcción natural de forma escrita y gráfica para que sea apropiable por personas deseosas y/o necesitadas de autoconstruir su casa.


La idea de este post es contarles un poco como pasamos de una idea a un libro concreto, poder hacer un balance de los aprendizajes y dejar a disposición una hoja de ruta para que no tengan que tropezarse con las mismas piedras que yo.

En todo caso, lo más importante es poder sentarse a escribir. Pensar cuál es el momento del día en que uno está más “despierto” y concentrado para la tarea. Para ello, conviene planear no sólo la jornada sino la sucesión de jornadas que le dedicaremos a eso, porque un día podemos estar súper inspirados y que ese estado dure sólo un par de días hasta que el autoboicot empiece a decirte “pero, ¿qué estás haciendo? ¿quién lo va a leer? ¡no sirve para nada!”

Pero sirve. En todo caso, para vaciarse uno, para liberar el exceso de pensamientos. Sirve, asique a no desmotivarse, abrazarse y seguir.

Creo que para bajar un poco la ansiedad, está bueno contarles a otros sobre el proyecto. Hablar de él te permite elaborarlo mejor en la cabeza, y luego bajarlo al papel resulta más fácil. Además, te permite relevar los intereses o caracterizar mejor a esas personas a quienes va dirigido (definir el o los destinatarios es clave).

En mi caso, el proyecto de libro era documentar una técnica de construcción natural desarrollada por un referente de la temática, que siempre estuvo con las manos en el hacer, y deseaba tener su propio libro pero no había dado con quien se encargara de “la movida” que ello implica. Asique el acuerdo implícito fue que él ponía su “saber construir” y yo mi “saber escribir”. Pero publicar un libro no queda sólo en eso, como fui aprendiendo en el camino. Hay una buena parte vinculada con el saber relacionarse, compilar, editar, averiguar presupuestos, trámites, que la prueba de impresión, y una vez que el libro está en tus manos….debe llegar a las del lector y ahí nuevas gestiones: comerciantes, distribuidores, encomiendas…

El gran aprendizaje de la primera etapa es: que el acuerdo sea EXPLICITO. Cuentas claras mantienen la amistad, pues, roles claros, también. Entonces: establecer un contrato especificando cuál será el compromiso a asumir por cada una de las partes. Me refiero con esto que hay que explicitar quién se encargará de hacer la redacción, la validación del texto, la edición del texto, la toma y selección de las fotografías, la solicitud de presupuestos (puntualmente de diseño gráfico e imprenta que son los dos ítems que se llevan parte de la inversión), la gestión de trámites, el seguimiento del diseño e impresión, la distribución y venta.

En este sentido, también es importante considerar que si bien escribir un libro puede llevar asociado sólo el “costo de mano de obra de quien lo redacta”, digamos que publicar un libro conlleva una serie de inversiones que es preciso conocer para tomar las decisiones pertinentes, y valorar a cada actor que intervenga como corresponde, asignando los reconocimientos formales del caso (es decir, que figuren literalmente en la página de legales las personas que se encargaron de cada cosa)

De mi parte, al ser un libro autogestionado no pasamos por editorial. Esto se debe a que las tareas vinculadas a este actor me sentía en capacidad de asumirlas, y que involucrarlas sólo hubiera tenido sentido si se trataba de editoriales con la suficiente espalda económica para financiar la totalidad del proceso de publicación. Dada la temática, no conseguí una editorial con tales características. Ergo, una vez más, en términos de compromisos fue necesario conversar sobre los gastos a asumir por cada una de las partes.

Los ítems a considerar:

  • Costo de mano de obra: del que pone los contenidos, del que escribe, edita, etc. Eventualmente algunos actores desean participar de manera ad honorem, en ese caso, es importante aclararles (si corresponde) que la venta del libro va a generar un lucro y que se les ofrecerá 1 o 2 ejemplares de cortesía por la colaboración.

  • Costo de materiales: básicamente entrar en imprenta. Los valores por unidad varían mucho según el tamaño de la tirada (cantidad de ejemplares a imprimir). La relación precio/cantidad no es lineal.

  • Gastos de viáticos: en mi caso, como el autor del libro vivía a más de mil kilómetros de donde me encontraba, desplazarme hasta allá para tener reuniones presenciales forman parte de los gastos que hubo que afrontar.

  • Gastos de trámites legales: puntualmente me refiero al trámite del ISBN y de registro en la Dirección Nacional de los Derechos de Autor (DNDA).

En fin, una vez que el texto está redactado y validado, es preciso también validar las fotografías que lo ilustran, definir su ubicación, considerar cómo esquemáticamente aparecerán en la hoja, si habrá recuadros, llamados u otros elementos visuales. Tipografías, tamaño del libro (¡atención! Verificar cuáles son las dimensiones que optimizan los pliegos en imprenta ya que por 1 cm puede haber variaciones enormes del presupuesto y la consecuente generación de residuos innecesarios). Si bien estas cosas las puede definir el diseñador gráfico, depende del nivel de participación que quiera tener uno en el proceso de elaboración cuán presente o no está en la toma de decisiones. Lo que sí, es importante permitirle al diseñador gráfico trabajar cómodamente y darle la holgura para que haga sus aportes creativos y aplique su experticia en el tema. Para ello, el texto que se le pasa al diseñador debe ser el definitivo ya que una vez que lo pasa del Word al programa de Edición específico ya es más tedioso y complicado el ajuste de cosas que hayan quedado pendientes. Además de ser una pérdida de tiempo. Asimismo, en cuanto a las fotos organicé carpetas por capítulo, y en cada una de ellas les asigné un código para sistematizarlas y poder fácilmente ubicarlas y sustituirlas si fuera necesario. En este sentido, las imágenes deben tener idealmente una calidad mínima de 300dpi que evita su pixelado a la hora de ser impresas. A veces esto no es posible ya que las fotos provienen de talleres o situaciones que ya sucedieron, en ese caso, se trabaja con lo que hay.

Al pedir presupuestos en imprenta, no está de más aclarar que deben ser comparables. Para ello, todas deben presupuestar el mismo tamaño de libro y solapas, cantidad de ejemplares, gramaje de hojas, tapa y contratapa, encuadernación, tipo (digital u offset), prueba de impresión, si el papel es o no FSC (certificado de proveniencia de fuentes reforestadas), tipos de tintas.


Trámites a realizar

Antes de entrar en imprenta hay que tramitar de manera on-line el ISBN, que es como el documento de identidad del libro. Está compuesto por 13 dígitos y permite clasificar las obras según título, editor y características de la edición (ver preguntas frecuentes).

Para realizar este trámite, como autor-editor hay que crearse una cuenta por única vez que valía alrededor de 1000 pesos en junio de 2019. El pago se realiza por depósito o transferencia bancaria, el comprobante se envía por correo y luego te habilitan el usuario. Desde ahí, se puede registrar la/s obra/s abonando la suma correspondiente (430$ c/u). Se puede pagar un extra para que el trámite ocurra en las 24h pero en mi caso, pagando la opción 72h, me lo habilitaron al ratito de realizado (se ve que no hay mucha gente registrando libros o los encargados son muy expeditivos).

Al mail te llega un código de barras q se coloca en la contratapa del libro y un recuadro con la información legal que debe ir en la hoja de legales. Allí se puede completar con información complementaria de los colaboradores de la obra: fotógrafo, diseñador, ilustrador, según corresponda.

También es importante que se agregue el pie de imprenta que especifica lugar y fecha donde se realizó la impresión y la frase "Hecho el depósito que exige la ley 11.723".

Una vez que el libro está impreso y se da a conocer al público (es decir, se publica), contamos con 90 días a partir de la fecha que figura en el pie de imprenta para hacer el depósito de obra en la Dirección Nacional de los Derechos de Autor (DNDA). Para ello, se inicia el trámite a través de la plataforma de Trámites A Distancia (TAD), opción “Inscripción de obra publicada – Edición literaria”. Allí figuran los datos de cuenta para hacer dos pagos:

  • Pago del trámite a la Cámara Argentina del Libro – DNDA, monto fijo de 250$

  • Pago de la tasa, que se calcula considerando el 0,2 % del costo de impresión de cada ejemplar multiplicado por la cantidad de ejemplares. Por ejemplo, si el costo de imprenta de cada ejemplar en una tirada de 1000 libros fue de150$, ergo el 0,2% es de 0,30 $ y la tasa es de 300$.

Hecho tales pagos, se cargan los comprobantes en la plataforma TAD y se generan las carátulas en .pdf que deberán imprimirse y presentarse en la DNDA junto a los 4 ejemplares (si la tirada de impresión es mayor a 100 ejemplares, si es menor sólo se deja 1 ejemplar) que serán destinados a la Biblioteca Nacional, la Biblioteca del Congreso, al Archivo General de la Nación y a la DNDA.


Salir a vender el libro

Una vez el libro salido de imprenta hay que publicarlo, es decir, darlo a conocer al público. Hoy las redes sociales colaboran mucho para tal fin, sobre todo en temáticas tan específicas.

Sin embargo, más allá de postearlo en cuanto grupo de bioconstrucción y permacultura hay dando vuelta, también indagué sobre la posibilidad de hacer ingresar al libro en los circuitos comerciales convencionales, es decir, librerías, para publicitarlo y que esté a disposición del curioso desprevenido que anda hojeando libros en una estantería.

De las indagaciones a conocidos y de una entrevista que realizó mi amigo Gabo Vaccaro a Javier Serlik, dueño de un comercio de libros, sinteticé la siguiente información:

  • Por ley, los libros están exentos de IVA e ingresos brutos, por ello el Precio de Venta al Público (PVP) debe ser SIEMPRE igual en cualquier lugar de comercialización

  • El de los libros, es un rubro particular donde de entrada hay más oferta que demanda; por eso, las librerías laburan en consignación, es decir, los ejemplares son entregados al comerciante pero no se pagan en el momento sino hasta que son vendidos al consumidor final

  • En los circuitos formales de comercialización, del PVP establecido, los distribuidores (aquellos que se encargan de enviar y contactar a las diferentes librerías) y librerías aplican “los descuentos”, es decir, extraen un porcentaje en concepto de comisiones por su trabajo. Hasta ahí vamos bárbaro, de no ser que esos porcentajes, según el lugar, varían entre un 40 y 60% del PVP. Mi apreciación personal –y aquí me ganaré varios enemigos- es que son valores excesivos para un libro cuya concepción fue enteramente autogestionada y que busca, ante todo, presentarse en el mercado a un precio lo más accesible posible. Con esto no quiero desmerecer la labor de las librerías y distribuidoras, sino que simplemente la propuesta económica que nos han planteado la mayoría de ellas hasta ahora, no logra ajustarse a la pequeña escala del proyecto.

  • Por ello, para que podamos asegurar un precio accesible y, a la vez, lograr el recupero de la inversión, retribuir nuestro propio trabajo de producción y generar una ganancia que permita la reproducción de la obra (es decir, pensar en una futura reimpresión) decidí en un primer momento probar con la venta directa. ¡Atención! Encargarse de manera autogestiva de las tareas de comercialización, implica tiempo: de publicitar, de responder a las consultas, de coordinar entregas, etc…en fin, está bueno saberlo –es casualmente, el compromiso que asumimos cuando decidimos no terciarizar la tarea, asique a bancarselá.

  • Continuando el punto anterior, si la idea es ser uno mismo el comerciante, las plataformas de venta por internet (conocido como e-commerce) son una gran herramienta. En mi caso particular, mercadolibre es la que mejor me viene funcionando. Te cobra una comisión del aproximadamente 14% por cada venta que efectúes, y permite incorporar la opción de mercadoenvíos a cargo del comprador a un precio muy accesible para los clientes (frente a las alternativas de correo y encomiendas de uso frecuente), que se abona en el mismo momento. El vendedor (en este caso, yo) arma el paquete, imprime y pega el ticket de mercadoenvíos y lo despacha en el sitio adherido a la red de envíos más cercano (que al menos en ciudad de Buenos Aires, hay por todas partes).

  • También está bueno permitirse el disfrute de la tarea de comercialización (qué fácil decirlo...). Informarse sobre ferias de libros, hacer presentaciones en diversos espacios, responder a los mails de interesados es súper gratificante, resulta una forma más de hacer redes, de recibir un feedback y relevar mejoras para próximas ediciones... vender, al final, es parte del juego y el disfrute de hacer llegar el fruto del trabajo a aquellos para quienes fue concebido.

La experiencia de gestionar y concretar ambas publicaciones, así como el escribir regularmente en este blog, me ha permitido reforzar el interés que tengo por seguir desarrollando este tipo de proyectos de difusión y/o divulgación como un emprendimiento profesional. En este sentido, uno de los grandes aprendizajes es que, si bien es preciso reconocer que el saber es colectivo, también es necesario valorar el tiempo, la energía y la voluntad de las personas que hacemos que este tipo de material esté disponible para su consulta (sea en formato de libro impreso, digital o blogs).


Aquí van los links por si quieren hojear y/o adquirir por mercadolibre (envíos a todo el país) “La Casa de Barro. Técnica: quincha en bastidores ensamblados” de Jorge Belanko y Pamela Natan.




Agradezco a la Imprenta Talleres Trama quienes fueron los encargado de imprimir ambas publicaciones.

 
 
 

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