El inodoro seco de La Casa del Sapo
- Pamela Natan
- 1 mar 2018
- 8 Min. de lectura
Quiero compartir la experiencia del inodoro seco que construimos y empleamos los últimos dos años en Salta. No porque sea ejemplar, sino porque representa una serie de desafíos, aciertos y fallidos que creo conveniente apuntar para sumar al conocimiento colectivo.
Concebimos la casa determinados a que el baño fuera seco. Las risas de conocidos diciendo "¿cómo te vas a bañar sin agua?" Así que, para ser más precisa, aclaro: un INODORO seco. Y ahí las risas se sustituyen por curiosidad y un poco de rubor de hablar sobre caca y otras yerbas...veamos de qué se trata.
Los inodoros secos son sistemas de tratamiento de heces y orina humana que no emplean agua como los convencionales (técnicamente “con arrastre hidráulico”) sino un material seco como aserrín, viruta, ceniza, tierra o una mezcla de ellos.
¡Atención! los inodoros secos no son letrinas, en que la caca y el pis caen a un pozo negro cuyas condiciones de anaerobiosis (falta de oxígeno) propician la proliferación de insectos vectores de enfermedades, malos olores y se constituyen en una fuente puntual de contaminación de las napas subterráneas.
Se trata de una tecnología de saneamiento que bien llevada es incluso más eficiente que los sistemas convencionales, y tienen un impacto ambiental tan reducido que se los conoce como "inodoros ecológicos". Es preciso destacar que en una persona sana, la orina está libre de patógenos mientras que las heces siempre poseen microorganismos que podrían representar un riesgo para la salud si no son eliminados como corresponde. Por ello, una etapa de higienización es indispensable. Podríamos decir que hay dos grandes tipos:
inodoro seco con separación de orina, en que se obtiene heces desecadas y orina líquida para su potencial aprovechamiento en agricultura como fuente de nitrógeno;
inodoro seco sin separación de orina "compostador", donde heces y orina se mezclan y se obtiene un solo producto final, el compost.
En el primer sistema la materia fecal se almacena en un contenedor/cámara de desecación obteniéndose como resultado caca seca mezclada con material carbonado. En principio, en condiciones de sequedad extrema prolongada (dos años), los patógenos presentes y sus huevos no resisten y mueren. Ergo, este volumen podría ser reincorporado al suelo depositándolo en un pozo sin riesgo de contaminación. La otra vía, más interesante, sería someterlo a una segunda fase de tratamiento por compostaje, donde las heces se rehidratan, se las mezcla con material nitrogenado (como restos de cocina) para lograr el balance C/N adecuado. Así, se obtiene compost que puede ser incorporado al suelo de cultivo. La orina por su parte puede emplearse diluida en agua para nutrir plantas. Si hubiere riesgo de presencia de patógenos (por ejemplo, por una infección urinaria) la orina se almacena un mes en un contenedor cerrado, de forma tal que naturalmente el pH disminuye (aumenta la acidez) y “auto-higienizandose”.
En el inodoro seco sin separación de orina, el tratamiento se hace a través de compostaje, considerando que la mezcla de heces, pis y material carbonado genera un balance C/N tal que se alcanza rápidamente las temperaturas elevadas que caracterizan la fase caliente (“termófila”) del proceso y que es la responsable de higienizar el material. Es preciso hacer un control regular del mantenimiento de las altas temperaturas ya que son las que nos van a permitir medir la efectividad del saneamiento.
En este post, hablaré del primero de ellos que es aquel que hemos instalado en La Casa del Sapo, en las afueras de la ciudad de Salta, Argentina. Consiste en un inodoro (“interfaz del usuario”) dotado de una tabla especial que posee un embudo en la parte delantera que va a permitir separar la orina de la caca. La compramos a Biosanita (https://www.biosanita.com.ar/) que nos la envió por encomienda. También hay otra emprendedora que las fabrica en cerámica (Laura Wegemans https://www.facebook.com/laura.wagemans.35).
El inodoro seco de la Casa del Sapo: cuestiones técnicas

Interfaz del usuario: el inodoro
Queríamos que el proceso de desecación ocurriera fuera del baño en sí, y que la frecuencia de vaciado sea reducida, por eso optamos por armar una cámara donde colocamos un tacho de 100 litros (resultante de cortar al medio uno de 200lts) que pretendíamos se ubicara sobre un carrito para favorecer su traslado a la “zona de tratamiento” exterior, una vez que estuviera lleno. La cámara es el mismo inodoro: un cajón cuya estructura es de perfiles de hierro, revestido de machimbres de 1”, emplazado contra una abertura que previmos en el muro exterior del baño. Al contener semejante depósito, el inodoro es grande y alto.
El escaloncito
Había leído que la mejor posición para defecar es en cuclillas ya que relaja los músculos y endereza el colon. Por eso la idea es que el escaloncito permitiera que al sentarse las rodillas se eleven por encima de la cintura. Sin embargo, nos queda incómodo. Lo hicimos provisorio y al día de hoy sigue siendo el mismo. Tiene poca superficie para moverse lo cual imaginarán que con los pantalones bajos constituye un riesgo de caída. Cuando debo enjuagar la copita menstrual en el lavamanos la situación es crítica y suele acabar en un desparramo.
Ventilación
La ventilación es un caño de PVC de 10” que lo pinté de negro y lo enganchamos en la parte trasera de la casa. Con el tiempo y la acción de la lluvia se ha ido lavando la pintura. Habría que comprar directamente el caño negro o bien tengo entendido que dándole una primera mano de pintura antióxido sirve de mordiente para una segunda capa. Habrá que probar.
Otra cuestión es que el caño debería tener una orientación hacia el norte (en el hemisferio sur, claro) para que los rayos del sol al incidir contra su superficie calienten el aire contenido en él, obligándolo a ascender y generando el efecto de succión. Esto no fue posible dado que el baño está ubicado hacia el sur. Pero podríamos extenderlo aún más por encima del nivel del techo (idealmente debería estar 1 m por encima de éste para asegurar la ventilación “a los cuatro vientos”) para favorecer este efecto. Muchas cosas son mejorables, sucede que a veces el hecho de ser autoconstructor y medios despelotados nos deja con las cosas a la mitad.
Lo que sí es importante (y en eso no le erramos) es que la boca de succión dentro de la cámara esté lo más arriba posible. Alguna vez vi una publicación de una persona que estaba teniendo problema de olores y a juzgar por su descripción y las fotos estimo que el inconveniente residía en la ubicación demasiado “baja” de la boca de ventilación.
Material seco
El material seco es un tema. Hay que prever su disponibilidad, calidad y un espacio para su almacenamiento adecuado (es decir, que no quede expuesto a las lluvias ni sea nido de ratas y viboritas).
En cuanto a la calidad, me remito a la experiencia que hemos tenido empleando viruta y aserrín. La viruta al ser un material más grueso no llega a “cubrir” la superficie de la caca con lo cual no atenúa suficientemente los olores. Material más fino implica mayor superficie específica de absorción de olores y mejor recubrimiento. También es cierto que apelmaza más la pila, entonces, lo mejor tal vez sea una mezcla de aserrín y viruta. Otros materiales que se suelen emplear es tierra seca, pasto, cal y ceniza. No hemos usado estos sustratos así que me abstengo de hablar.
Recorrido de la orina
Durante el primer tiempo de obra (hasta que construimos el sistema más “definitivo”) la orina era recogida en un bidón de 20 litros. En las inmediaciones se sentía siempre el olor nauseabundo propio de la volatilización amoniacal del nitrógeno. La tarea de vaciado era desagradable y poco ecológica ya que consistía en la descarga puntual de orina en un descampado cercano. Si bien se trataba de una situación coyuntural y con volúmenes pequeños (20 litros desparramados en diversos lugares cada cierta cantidad de días), paso a describir los inconvenientes ligados a esta práctica:
Malos olores inmediatamente luego del vertido (luego desaparecen)
Desaprovechamiento de los nutrientes
Alteración puntual del suelo, al verter una sustancia ácida que daña la materia orgánica, la flora y microfauna.
Hoy la orina es recogida por el embudo de la taza separadora, luego transportada por una manguera que se conecta con el caño de las aguas grises que salen de la bañera, lavamanos y cocina (previo desengrasadora). Dos tachos en serie de 200 litros ofrecen un tiempo de retención hidráulica estimado de entre 3 y 4 días, luego el flujo se infiltra en el terreno a lo largo de 8 metros lineales de caño perforado en ambos laterales cada 30 cm. La profundidad de la napa supera los 25 metros y la bibliografía indica que las aguas tras atravesar una columna de suelo de 1,5 m de profundidad reducen su carga contaminante por las reacciones físico-químico-biológicas que tienen lugar. Esta orina idealmente podríamos emplearla como fertilizante, pero no tenemos producción de alimentos por el momento y necesitábamos encontrarle una disposición final. De todos modos, el sistema es fácilmente modificable.
Recorrido de las heces
Al día de hoy no hicimos el carrito que habíamos previsto para la extracción cómoda del tacho y su traslado al área de tratamiento. Así que cada vez que toca vaciarlo (aproximadamente cada 3 meses, haciendo uso del mismo un promedio de 3 personas) le atamos una soga y lo arrastramos hasta un sector donde hay un segundo tacho de 200 litros, con ventilación, y al cual trasvasamos su contenido a pala. Un trabajo –literalmente- de mierda. En ese tacho quedan “en reposo” deshidratándose. Durante este tiempo hemos notado como se reduce su volumen y constatamos la total ausencia de olor. Por ahora no hemos hecho nada más que secarlo, en algún momento pretendemos insertarlo en un ciclo de compostaje.
Reflexiones sobre la elección del sistema
Antes estaba convencida que el inodoro seco con separación de orina era un sistema más adecuado desde el punto de vista práctico y sanitario. Impedir que las heces entren en contacto con el pis me parecía la forma más coherente de eliminar los olores asociados, y someterlas luego a la desecación la forma más sensata de impedir la supervivencia de los patógenos presentes. No obstante, basándome en experiencias ajenas y en la comprensión de los mecanismos físico-químico-biológicos que tienen lugar durante el proceso, hoy me inclino más por el sistema sin separación de orina. Vamos a ver:
Mezclar la orina (rica en nitrógeno) con las heces y éstos a su vez con material carbonado en cantidad suficiente permitiría no sólo la neutralización de olores sino también el balance adecuado de C/N para la actividad microbiana. La disponibilidad de alimento haría crecer las poblaciones de microorganismos dando lugar a la fase caliente (“termófila”) que permite la higienización. Luego sería cuestión de verificar que esta fase se mantenga durante al menos tres días por encima de 55ºC.
Debo reconocer que aún no he experimentado este proceder, pero pueden remitirse a la experiencia de Pablo Perret (https://www.facebook.com/pablo.perret.5) al respecto.
Una de las grandes limitaciones que le veo a este método es que demanda de mayor cantidad de material seco carbonado ya que no sólo se precisa descargar luego de defecar sino también luego de orinar, cosa que no ocurre en el inodoro seco con separación de orina. Es importante considerar que en el inodoro compostero no podría reemplazarse el material seco por ceniza ni cal ya que éstas modificarían el pH y no aportarían el C necesario para el desarrollo del proceso.
De todas formas, lo interesante es siempre considerar que existe un abanico de alternativas y que no necesariamente hay unas "mejores" que otras sino que cada una ofrece ventajas y limitaciones que se ajustan más o menos al contexto...
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